Miami, FL, martes 9 de abril de 2024.
Un estudio reciente realizado en Bangladesh encontró que las personas que recibieron gafas de lectura gratuitas experimentaron un aumento del 33% en sus ingresos en comparación con las que no las recibieron.
Tener gafas no solo mejora la salud, sino que podría aumentar los ingresos de quienes las usan. Ese es el resultado más interesante de un estudio recién publicado en la revista PLOS ONE. Los investigadores se fueron hasta Bangladesh, en el sudeste asiático, para examinar cómo dar gafas para leer gratis a personas con presbicia (dificultad para ver de cerca al envejecer) afecta sus ingresos y calidad de vida.
La presbicia es una disminución progresiva relacionada con la edad en la capacidad de ver objetos cercanos. Se manifiesta comúnmente alrededor de los 40 años y se completa esencialmente a los 55 años. La presbicia es la causa más común de discapacidad visual y afecta a 1.800 millones de personas en todo el mundo, recuerdan los autores del estudio. Aunque se corrige de forma segura, efectiva y económica con anteojos, la presbicia no corregida afecta la capacidad de aproximadamente 826 millones de personas para realizar tareas rutinarias de cerca. Más del 90% de esas personas vive en países de ingresos bajos y medios.
Precisamente, países como Bangladesh, donde, según los investigadores, solo el 3,2% de las personas con presbicia tenían corrección. El problema es que, como ya se dijo, esta enfermedad afecta tareas tan cotidianas como leer, escribir, cocinar, usar teléfonos móviles y otras herramientas, coser, desherbar y hasta reconocer dinero. Los investigadores señalan en su estudio que esto suele impactar la productividad de las personas. Recuerdan que otro estudio similar al de ellos encontró que proporcionar gafas de lectura económicas mejoró la productividad de los recolectores de té en Assam, India, en un 21,7%.
“El potencial para mejorar la productividad y los ingresos de los trabajadores de mayor edad es de interés debido al rápido envejecimiento de la población mundial y la disminución de las tasas de participación laboral en los países de ingresos bajos y medianos entre las personas mayores de 45 años”, escriben. Es decir, si los países cada vez tienen más población envejecida, es fundamental encontrar maneras de abordar enfermedades como la presbicia, ya que afectará a cada vez más personas, y también a la economía global.
Los investigadores llevaron a cabo su estudio en 59 aldeas de 15 distritos de Bangladesh que no habían sido atendidas previamente por un programa de gafas de lectura. Este programa, implementado por VisionSpring y BRAC desde 2006, proporciona exámenes de la vista y gafas para leer a trabajadores de la salud comunitaria en varias regiones del país. El censo en los lugares elegidos comenzó en abril de 2017, para identificar a todas las personas de entre 35 y 65 años, a las que se invitó a dar su consentimiento y someterse a exámenes de la vista, la salud ocular y otros criterios de elegibilidad por parte de equipos de datos no médicos. Durante el censo inicial se identificaron y examinaron un total de 10.884 participantes.
Entre estos, 7229 (el 66,4%) fueron excluidos durante el examen ocular por falta de presbicia, mala visión de lejos en cualquiera de los ojos o por posesión de anteojos. Entre 3655 (33,6%) personas que cumplían con los criterios de visión/anteojos, 863 (23,6%) tenían trabajos intensivos en visión de cerca y eran elegibles para la prueba, pero 39 (4,52%) no estaban en casa durante las revisitas. Finalmente, de las 824 personas restantes, se eligieron al azar 423 para recibir las gafas de lectura inmediatamente y 401 para recibirlas después de 8 meses. Casi todos completaron el seguimiento de 8 meses en ambos grupos.
Al principio del estudio, los grupos no eran muy diferentes entre sí. La edad promedio era alrededor de 47 años en ambos grupos, aproximadamente un tercio estaba alfabetizado y alrededor del 80% tenía empleos que generaban ingresos. También, aproximadamente la mitad tenía trabajos que requerían mucha visión de cerca. Las gafas de lectura que se proporcionaron tenían una potencia modesta, alrededor de 1 dioptría en promedio para ambos grupos. Las ocupaciones más comunes eran agricultura, tejido y venta minorista.
En cuanto a ingresos, cuando comenzó el estudio, los grupos de intervención y control tenían ingresos mensuales similares, alrededor de $35.3 dólares cada uno. Sin embargo, después de 8 meses, los participantes en el grupo de intervención que recibieron las gafas de lectura vieron un aumento significativo en sus ingresos mensuales, llegando a $47.1 dólares, mientras que en el grupo de control los ingresos se mantuvieron en $35.3 dólares. Esto significa que el grupo de intervención experimentó un aumento del 33.4% en sus ingresos, siendo 1.38 veces más probable que estuvieran en un cuartil superior de cambio de ingresos en comparación con el grupo de control. Además, el cambio en la calidad de vida también fue mejor en el grupo de intervención, con un aumento del 15% en comparación con el grupo de control.
“Todos nosotros estaríamos contentos con un aumento del 33 por ciento en los ingresos”, le dijo a The New York Times el Dr. Nathan Congdon, autor principal del estudio y oftalmólogo de la Universidad Queen’s de Belfast en Irlanda del Norte, que se especializa en modelos de atención oftalmológica de bajo costo. “Pero lo que hace que los resultados sean especialmente interesantes es el potencial de convencer a los gobiernos de que las intervenciones de atención de la vista son tan económicas, rentables y transformadoras como cualquier otra cosa que podamos ofrecer en el ámbito de la atención sanitaria”.
Fuente: EL ESPECTADOR