Miami, FL, jueves 18 de abril de 2024.
Un equipo de científicos británicos confirmó que había logrado descubrir una nueva causa de los daños que sufren las vías respiratorias y los pulmones en los pacientes que padecen de asma.
Según los investigadores, las células que cubren las vías respiratorias se comprimen hasta destruirse durante un ataque y ese daño en el revestimiento de estas vías se había pasado por alto hasta ahora.
Los científicos de la universidad Kings College de Londres explicaron en la revista Science que el descubrimiento podría romper un círculo vicioso si se logra prevenir este efecto, en lugar de tratar sus secuelas, a través de un medicamento.
Las vías respiratorias de las personas asmáticas son sensibles a diversos desencadenantes como el polen, los animales domésticos y el ejercicio.
Estas se inflaman o hinchan, provocando síntomas como tos, sibilancias y ahogo.
Los fármacos o inhaladores existentes pueden reducir esta inflamación y ayudar a mantener abiertas las vías respiratorias.
Pero los ataques repetidos pueden causar cicatrices permanentes y estrechamiento de las vías respiratorias.
Durante un ataque, el músculo liso que rodea las vías respiratorias empieza a contraerse y tensarse, lo que se conoce como broncoconstricción.
El equipo del Kings College estudió en detalle este proceso utilizando ratones y muestras de tejido pulmonar humano.
La profesora Jody Rosenblatt, líder de la investigación, explicó que la broncoconstricción daña el revestimiento de las vías respiratorias, lo que provoca una inflamación a largo plazo, la cicatrización de heridas e infecciones que causan más ataques.
«Este revestimiento epitelial es la primera línea de defensa del organismo contra infecciones y, sin embargo, se daña durante los ataques de asma», explicó Rosenblatt a la BBC.
«Si podemos bloquear el daño, esperamos que los ataques dejen de producirse», agregó.
Nuevos tratamientos
Un posible tratamiento preventivo que los investigadores están estudiando es un elemento llamado gadolinio, que parece ser útil, al menos en ratones.
Pero aún queda mucho por hacer para comprobar si es lo bastante seguro y eficaz como para probarlo en personas, y eso llevará años.
En palabras de la doctora Samantha Walker, experta en asma y pulmones en Reino Unido, el “descubrimiento abre nuevas puertas que pueden ser importantes para explorar posibles nuevas opciones de tratamiento que necesitan desesperadamente las personas con asma».
«Sabemos que hay muchas personas para las que los tratamientos existentes no funcionan tan bien, por lo que es vital que sigamos financiando la investigación para encontrar nuevos tratamientos que aborden mejor las causas del asma», explicó.
Pero insiste que, hasta que no ese encuentre un nuevo tratamiento, es esencial que las personas con asma sigan utilizando correctamente la medicación que se les ha recetado.
También resalta que aquellas personas que siguen teniendo síntomas deben consultar con un médico.
Según la Organización Mundial de la Salud hay más de 250 millones de personas que sufren de asma en el mundo.
Fuente: Michelle Roberts, BBC Mundo