Miami, FL, viernes 5 de abril de 2024.
Se calcula que la contaminación atmosférica mata a 7 millones de personas al año en todo el mundo, más que el sida y la malaria juntos.
Según un nuevo informe de la organización suiza IQAir, dedicada a analizar la calidad del aire a partir de recopilar datos de 30.000 estaciones de control de todo el mundo, solo siete países cumplen la norma internacional de calidad del aire.
De los 134 países y regiones analizados en el informe, solo Australia, Estonia, Finlandia, Granada, Islandia, Mauricio y Nueva Zelanda, cumplen el límite establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de concentración promedio de PM2,5, partículas diminutas suspendidas en el aire que son expulsadas por vehículos y procesos industriales, y que al ser inhaladas dañan los pulmones causando innumerables problemas de salud con graves consecuencias para la población.
En otros casos, la mortífera contaminación atmosférica ha empeorado en algunos lugares debido al repunte de la actividad económica (China post COVID-19) y al impacto tóxico del humo de incendios forestales (Canadá).
En 2021, la OMS rebajó a cinco microgramos por metro cúbico su directriz sobre los niveles «seguros» de PM2,5, y según esta medida muchos países, como los europeos, que han limpiado su aire de forma significativa en los últimos 20 años, se quedan cortos.
Carentes sistemas de control
Aunque en general el aire del planeta es mucho más limpio que en gran parte del siglo pasado, todavía hay lugares donde los niveles de contaminación son especialmente peligrosos. El país más contaminado, Pakistán, tiene niveles de PM2,5 más de 14 veces superiores a la norma de la OMS, según el informe de IQAir. Le siguen en la lista India, Bangladesh, Tayikistán y Burkina Faso.
Se calcula que la contaminación atmosférica mata a 7 millones de personas al año en todo el mundo -más que el sida y la malaria juntos- y esta carga se deja sentir con más fuerza en los países en desarrollo que dependen de combustibles especialmente dañinos utilizados para la calefacción, la luz y la cocina.
Por su parte, Christa Hasenkopf, directora del Índice de Calidad del Aire en la Vida del Instituto de Política Energética de la Universidad de Chicago, afirmó que el 39 % de los países no disponen de un sistema público de control de la calidad del aire.
«Teniendo en cuenta los grandes beneficios potenciales y el relativamente bajo costo, es asombroso que no haya un esfuerzo global para colmar estas lagunas de datos, sobre todo en lugares donde la carga de contaminación atmosférica para la salud ha sido la más fuerte”, apunta.
Erick Elola con información de Reuters y The Guardian
DW