Miami, FL, 16 de septiembre de 2024.
La investigación, realizada por un grupo de investigadores de todo el Reino Unido dirigido por la Universidad de Oxford y la Universidad de Leicester, y publicada en Lancet Psychiatry, destaca la naturaleza persistente y significativa de estos síntomas, así como la aparición de nuevos síntomas años después de la primera aparición de COVID-19.
La investigación se llevó a cabo con 475 participantes (como parte del estudio PHOSP-COVID) a los que se les pidió que completaran una serie de pruebas cognitivas a través de su computadora y que informaran sobre sus síntomas de depresión, ansiedad, fatiga y su percepción subjetiva de problemas de memoria. También se les preguntó si habían cambiado de ocupación y por qué.
Los investigadores descubrieron que:
De dos a tres años después de contraer COVID-19, los participantes obtuvieron una puntuación media significativamente inferior en las pruebas cognitivas (prueba de atención y memoria) de lo esperado. El déficit medio fue equivalente a 10 puntos de CI. Además, una proporción sustancial informó de síntomas graves de depresión (aproximadamente 1 de cada 5 personas), ansiedad (1 de cada 8), fatiga (1 de cada 4) y problemas subjetivos de memoria (1 de cada 4), síntomas que empeoraron con el tiempo.
Aunque en muchas personas estos síntomas a los 2-3 años ya estaban presentes 6 meses después de la infección, algunas personas también experimentaron nuevos síntomas 2 a 3 años después de su infección que no tenían antes. Los nuevos síntomas a menudo surgieron en personas que ya presentaban otros síntomas a los seis meses después de la infección. Esto sugiere que los síntomas tempranos pueden predecir problemas posteriores más graves, lo que subraya la importancia de un manejo oportuno.
Más de uno de cada cuatro participantes informó haber cambiado de ocupación y muchos dieron como motivo la mala salud. El cambio de ocupación se asoció fuertemente con déficits cognitivos y no con depresión o ansiedad. Esto sugiere que muchas personas que cambiaron de ocupación en los meses y años posteriores a la COVID-19 lo hicieron porque ya no podían satisfacer las demandas cognitivas de su trabajo en lugar de por falta de energía, interés o confianza.
El grado de recuperación a los seis meses después de la COVID-19 es un fuerte predictor de resultados psiquiátricos y cognitivos a largo plazo. Intervenir temprano para controlar los síntomas podría prevenir el desarrollo de síndromes más complejos y mejorar las trayectorias generales de recuperación. El Dr. Maxime Taquet, profesor clínico académico del NIHR en el Departamento de Psiquiatría de Oxford, que dirigió el estudio, dijo: «Estos hallazgos nos ayudan a comprender la carga de los síntomas cerebrales que experimentan las personas años después de la hospitalización por COVID-19, quiénes corren mayor riesgo y su impacto en su capacidad para trabajar. Esto es importante para los responsables de las políticas y los médicos, y para ayudar a orientar las intervenciones preventivas».
Fuente: Bloomberg
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